Ayer, mientras editaba un video, sentí bien bonito de mi corazoncito al escucharme decir: “Yo soy Zazil Abraham, escritora y creadora de contenido sobre amor propio”, and it felt GOOD (sí, estoy a punto de echarme flores yo solita).
Aunque soy la menos fan de los títulos y etiquetas, si has experimentado alguna vez (o experimentas) el síndrome del impostor, sabrás bien que a veces cuesta reconocer y “llamarte” por lo que “eres” (énfasis en estas últimas comillas): escritora, artista, médico, terapeuta, atleta, chef, astrólogo, bailarina o ingeniero.
“¿Realmente me “merezco” el nombre?”
“¿Soy suficientemente buena?”
“Pero si solo llevo seis meses tomando fotos…”
Sí, soy escritora porque escribo. Soy mujer, creadora, artista, subidora profesional de fotos en calzones, a veces mi propia camarógrafa, editora, estilista, maquillista y encargada de iluminación al mismo tiempo (se hace lo que se puede, oye); soy mi propia compañera en viajes de trabajo (sí tengo de esos, y aún me cuesta creer lo chingón que es), soy mi porrista personal, a veces soy mi propia mamá, y también soy mi propia terapeuta cuando se requiere.
Soy una suma de todo lo que me hace entrar en un estado de alegría (este es un guiño a Abraham-Hicks): invertir en mí, arreglarme para trabajar desde mi casa, quedarme en pijama todo un fin de semana, aprender y seguir aprendiendo, caminar y escuchar música, bañarme ahogada en olor a lavanda, llegar a tierra firme después de una hora y media de ansiedad durante un vuelo, o hacer eso que había dejado guardado en un cajón por temor a “no ser impecable” en mi resultado final.
Somos el resultado de lo mucho o poco que creemos en nosotras, así que te sugiero comenzar a llamar las cosas por su nombre: ERES LO QUE QUIERAS SER. Elige bien.