Cuando sientas que la garganta se te cierra, que te cuesta respirar, que tu pecho se hunde. Cuando dejes de sentir las manos y los pies. Cuando sientas que la consciencia se sale de tu cuerpo, que estás fuera de control, que nunca vas a “estar bien”. Cuando sientas miedo sobre miedo, que no puedes mantener nada bueno en tu vida, que mil imágenes se amontonan en tu cabeza. Cuando experimentes terror de ser percibida como una “loca” y creas que la gente que amas va a alejarse de ti. Cuando por las noches repases cada uno de tus “errores”. Cuando de la nada sientas pánico a la muerte, al vacío, al mañana. Cuando pienses que no va a parar, que “nadie entiende”, que estás separada del resto del mundo.
Quiero que sepas que: NO ESTÁS SOLA.
Quiero que cierres los ojos y respires una y otra vez; que te sientes y sigas respirando. Respira, respira y respira. Trata de enfocarte en cómo tu pecho se expande y se mueve suavemente.
Quiero que encuentres un espacio cómodo y seguro y, que poco a poco, vayas extendiendo esa seguridad a tu cuerpo. Haz de toda tu piel un refugio. No olvides que puedes confiar en ti. Confía en ti.
Quiero que cuides de ti como sea que esté a tu alcance. Date un baño. Enciende una vela. Date un masaje. Escribe. Come algo. Toma agua. Escucha música. Mueve tu cuerpo. Juega con tu mascota. Habla con alguien en quien confíes. Crea.
Quiero que recuerdes que debajo de todo lo que puedas estar sintiendo o pensando momentáneamente, estás bien. Todo está bien. Vas a estar bien. Va a pasar. Ya pasó. Estás en control. Estás bien.
No eres la ansiedad ni el pánico que atraviesas. No eres las “historias de terror” que proyectas en tu mente. No eres lo que ya sucedió.
Eres. Y eso es suficiente.
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