He cruzado caminos con muchas personas durante mi vida, pero ayer me detuve a pensar en dos de ellas.
Sujeto A tenía una “gran visión” para crear su relación de pareja PERFECTA. Incluso tenía una dura lista mental, si no recuerdo equivocadamente. Nada malo con eso; siempre es bueno tener claridad de lo que queremos.
Sujeto B tenía una “colorida visión” para crear su trabajo creativo como freelance. También tenía mucha vida, mucho corazón y muchas ganas.
Sujeto A y Sujeto B tenían algo en común: una visión que se tornó borrosa por el miedo.
Una visión llena de recortes mentales de su familia y límites imaginarios que se traducen como terrores físicos, mentales y emocionales; una visión llena de obediencia ciega y terror al infierno e idealización a la promesa de un cielo; llena de expectativas externas a ser satisfechas.
Léase lo siguiente como meros ejemplos para explicar mi punto, manchados por mi propia perspectiva y muy libre de juicio:
Sujeto A se encuentra perdiéndose a sí mismo en una “relación perfecta”, que lo mantiene pequeño y castrado, pero “bien portado”.
Sujeto B se encuentra atrapado, desde hace 10 años, en el mismo trabajo que lo mantiene gris, pero “bien portado”.
Nos rendimos ante el miedo porque no tenemos otros referentes de cómo vivir la vida. Porque no cuestionamos, no creemos lo suficiente en nuestros anhelos y nuestra capacidad de materializarlos. Descansamos en la seguridad dolorosa, mientras nos carcome el vacío. No queremos VER lo que está sucediendo porque no estamos listos, y eso está perfecto (nobody is judging).
Pero ESTO es para recordarle a la persona que ya no quiere “portarse bien”, que no tiene que seguir haciéndolo.
Es para recordarte que no hay nada malo contigo, que eres humana, que todas sentimos miedo y fuimos amaestradas bajo la programación de muchos más; que no estás sola en eso. También para recordarte que esta es tu única vida y que el momento en el que estás leyendo esto es el perfecto para crearla como te dé la perra gana.